PABLO CALVÁS
De agache pasó la revelación hecha la semana pasada sobre el futuro que les espera a los parques nacionales de Colombia si se llega a concretar un decreto que tendría listo el Gobierno para darle facultades especiales al Ministerio de Comercio sobre estos espacios, que supuestamente deberían JUAN
dedicarse a la preservación, conservación y protección de fauna y flora en determinadas zonas del país.
Es urgente encender las alarmas sobre este asunto, pues no solo les estarían quitando poder y control al Ministerio de Ambiente y a la Dirección de Parques Nacionales sobre las áreas protegidas, sino que se estaría abriendo una puerta muy delicada para que las zonas de reserva se conviertan en espacios de explotación turística, con quién sabe qué impacto.
¿De cuándo acá el Ministerio de Comercio, experto en ruedas de negocios, tratados comerciales, importaciones y exportaciones, es la entidad idónea para reglamentar el manejo de las zonas protegidas? ¿A partir de qué momento los expertos del ministerio encargado de la promoción turística y comercial son los más acordes para andar señalando cuáles son las precauciones y cuidados que se deben tener a la hora de promover la llegada de viajeros a los parques nacionales?
Es bien entendido el entusiasmo que tiene el Gobierno Nacional con la idea de promover los santuarios de flora y fauna que ahora, libres de guerrilla, se convierten en atractivos destinos para el ecoturismo a nivel mundial; sin embargo, el entusiasmo y la emoción no nos deben hacer perder el norte sobre la necesidad de garantizar el equilibrio y la sostenibilidad de esos mágicos pero frágiles escenarios naturales.
Según la información que se ha conocido, entre otras disposiciones del Ministerio de Comercio, ahora esa cartera quedaría a cargo de la administración de los escenarios turísticos de los parques nacionales y se buscaría tumbar la reglamentación que prohíbe la construcción de hoteles y cualquier otro tipo de edificación dentro de los límites de la reserva natural. Es así como proyectos hoteleros en la zona del parque Tayrona, como el Six Senses, que tanta polémica generó en su momento, podrían volver a ver la luz del sol y, llueva o truene, se convertirían en una realidad, sin importar lo que piensen los ambientalistas. Y eso solo para el Tayrona, ¿qué irá a pasar con otros parques?
Sería bueno saber qué piensa Julia Miranda, la muy competente y juiciosa directora de Parques Nacionales, quien, desde que llegó a la institución, hace lo que puede en medio de la dificultad presupuestal. ¿Es esto lo que ella espera de sus parques? ¿Estamos condenados a que las reservas ambientales sean los ‘Disneylandias’ de la paz?
Ojalá que los rumores, cada vez más fuertes, sobre una inminente salida de Julia Miranda de la Dirección de Parques no sean ciertos. Es bien sabido que sus críticos últimamente han fortalecido el discurso en contra de lo que llaman su espíritu excesivamente conservacionista, pero ¿acaso esa no debería ser la cualidad clave de un director de parques? De algo no hay duda: si Julia sale y además el Ministerio de Comercio se convierte en la punta de lanza del sistema de parques, podemos empezar a despedirnos de aquello que hasta hoy es un orgullo para Colombia, a pesar de la guerrilla: aún tenemos zonas de selva y montaña completamente vírgenes y en perfecto estado de conservación.
No podemos dejar que la dicha del proceso de paz y, sobre todo, la vía exprés del fast track nos abran la puerta para exabruptos de los que nos podemos arrepentir en el futuro. El ministro Murillo debe dar la pelea y proteger aquello que le encargaron desde que asumió la cartera: no son los conservacionistas, es el planeta entero el que pide que se protejan las reservas y no se conviertan en moneda de cambio del proceso de paz.
#PreguntaSuelta: ¿en qué va el proyecto de sendero peatonal de Peñalosa en los cerros?
JUAN PABLO CALVÁS
@Colombiascopio
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